Por el South Essex Heckler


En los últimos días hemos recibido algunas críticas por nuestras opiniones sobre la respuesta del gobierno a la crisis de COVID-19. Primero que todo, nos gustaría decir que nuestra posición sobre la respuesta a la crisis ha cambiado desde que empezó a manifestarse a finales de febrero. En ese momento, se sentía una gran incertidumbre y lo más sensato parecía ser desarrollar nuestra propia respuesta en términos de distanciamiento físico y retirada de los eventos en los que debíamos participar.


Los anarquistas desempeñaron un papel en este proceso, elaborando otras formas en las que podíamos interactuar con los demás mientras evitábamos estar físicamente cerca como precaución. También hicieron y siguen haciendo un buen trabajo con proyectos de ayuda mutua de base. Había un sentimiento de que esto era algo que el anarquismo podía asumir.


Pero esa sensación de propiedad se desvaneció cuando el gobierno intervino para imponer sus propias medidas, que terminaron por colocarnos a todos bajo restricciones que la mayoría de nosotros nunca habíamos experimentado. La legislación que el gobierno introdujo para aplicar y hacer cumplir estas restricciones convirtió lo que estábamos emprendiendo voluntariamente y que pensábamos que sólo duraría un mes o algo así, en algo cuyo final no vemos.


Aunque entendemos que los anarquistas que iniciaron formas de hacer frente, a lo que percibían como una amenaza en las primeras etapas de la crisis, quieren mantener la autonomía sobre eso, con la legislación y la aplicación de la ley desde arriba, la dinámica cambió. Conforme avanzaba el cierre, el impacto negativo que estaba teniendo sobre la gente empezó a hacerse más notorio. Nos referimos a las repercusiones sociales y de salud mental, que van desde la ruptura de relaciones y el aislamiento hasta el aumento del número de suicidios. Además, el impacto económico a largo plazo que pagaremos con el desempleo masivo y la austeridad tendrá un efecto desastroso en nuestras vidas.


Mientras nos adentrábamos en mayo, se discutían caminos para salir del bloqueo que involucraban vigilancia, seguimiento y más pérdidas de autonomía y libertad personal. También quedó claro que, para liberar el mayor número posible de camas en los hospitales, los pacientes ancianos que tenían el virus COVID-19 estaban siendo llevados a las residencias geriátricas. La tragedia que se produjo en las residencias de ancianos, con trabajadores mal pagados y sin recursos para hacer frente a la subsiguiente oleada de infecciones y muertes, ha sido descrita por bastantes personas como poco más que un sacrificio apenas disimulado.


Todo esto nos llevó a hacernos algunas preguntas serias sobre la narrativa que se nos estaba dando. Para ello, tuvimos que leer un poco y mantener la mente abierta. Sí, ese proceso nos llevó a algunas áreas extrañas que se acercaban a lo que algunos llamarían teoría de la conspiración. También nos llevó a dar un vistazo a algunos de los puntos de vista que la derecha alternativa tenía sobre el tema para entender cómo estaban aprovechando las preocupaciones de la gente sobre el cierre para su propio beneficio. Todo esto fue un proceso de investigación que nos permitió elaborar la lista de lecturas sobre la crisis de COVID-19 en este blog. Una lista que estamos preparados para defender porque, desde nuestro punto de vista, no se acerca a la teoría de la conspiración.
Eso sí, lo que es y lo que no es teoría de la conspiración es una zona gris e influenciada por la comprensión y la opinión subjetivas. Nos ha molestado el rechazo instantáneo y reflexivo por parte de algunos anarquistas de algunas de las lecturas que hemos enumerado como “teoría de la conspiración”. Teniendo en cuenta las restricciones a las que ya estamos sometidos y lo que se nos viene encima si no empezamos a mostrar algunos signos de resistencia, es un poco alarmante que lo que consideramos como advertencias razonables se desestimen sin miramientos.


Como señalamos anteriormente, estamos en una situación sin precedentes. En un panorama de noticias y redes sociales que funciona las 24 horas del día, es difícil distinguir las señales de ruido. Una cosa está muy clara, todo el poder que el gobierno se ha conferido a sí mismo no va a ser entregado sin la lucha de nuestras vidas. Esto no es una teoría de la conspiración, es simplemente prestar atención a las lecciones de la historia. Dentro de poco, es muy probable que los poderes que fueron aparentemente introducidos para hacer frente a la crisis del COVID-19 sean desplegados contra nosotros en otra “crisis”.


Lo único que hemos intentado es alertar a la gente para que se desarrollen las estrategias y tácticas adecuadas para resistir lo que muy probablemente se avecina. Las diferentes iniciativas de ayuda mutua de base que han aflorado para hacer frente al impacto de la crisis del COVID-19 ofrecen alguna esperanza. Además de hacer frente a la crisis del COVID-19, tendrán un papel en el tratamiento de las nefastas consecuencias de una inevitable depresión económica y de la aplastante austeridad que nos será impuesta. Esperamos que estos grupos de ayuda mutua también acepten la tarea de resistir a un Estado cada vez más intrusivo y opresivo, que cuenta con la ayuda y la complicidad de las grandes empresas con las que han subcontratado muchas de sus funciones.
El punto es que no debería ser una situación en la que de un lado se está involucrado con un grupo de ayuda mutua para hacer frente al impacto de la crisis COVID-19, y por el otro, se está en el desarrollo de una estrategia de resistencia para hacer frente y derrotar a la distopía por venir. Desde donde estamos, al parecer, algunos grupos se enfocan en la ayuda mutua como una forma de no tener que enfrentarse a la distopía totalitaria que el gobierno y las corporaciones probablemente nos infligirán.


Por eso es probable que a veces parezcamos un poco irritables, porque nos parece que no hay el sentido de urgencia que debería haber sobre lo que se avecina. No lo decimos para ganar puntos intelectuales o para parecer inteligentes. Es porque queremos tener un futuro con una vida plena y con sentido, no uno en el que simplemente existamos como un engranaje mientras la maquinaria nos acepte. Eso no es sólo para nosotros como individuos o familia, sino también para nuestra comunidad y todos nuestros compañeros. En esencia, es una amenaza existencial que asumimos como algo personal.


Como esto pretende ser una declaración, hemos intentado ser breves. El objetivo es explicar cómo hemos llegado a nuestra posición con la esperanza de que esto pueda ayudar en la discusión sobre hacia donde nos dirigimos desde este punto. Esperamos que el debate sea constructivo.