Hermana, el hechizo bajo el que hemos vivido
toda nuestra vida se está debilitando.
El mundo se está transformando
y todos están aguantando la respiración
Nos liberamos en el entorno salvaje


Vagamos por el bosque original
extraños a él, extraños a nosotros mismos.
Acechamos las sombras
que nos persiguen
por los callejones de una ciudad embrujada
que solíamos llamar hogar.
Inhalamos y exhalamos
el humo de la ilusión


Nos vestimos con ropa nueva
para nuevas ocasiones y mencionamos el silbido
que hace la máquina de humo
mientras observamos pasivamente
los ondulantes espirales de humo que envía,
que se estiran, se sueltan, nadan por el aire no reconocido,
flotando sin ser detectados hasta que se funden en la inexistencia
como las cosas que no decimos
las cosas que no se nos permite decir.


No decimos lo que queremos decir
y pronto puede que ya no sepamos
lo que queremos decir cuando intentamos decir
lo que creemos saber –
lo que antes era tan claro
se ha convertido en niebla
y nosotros mismos en otra superficie en la que se asienta,
nosotros mismos tan oscuros como lo que oculta,
que es lo que ocultamos,


cuál es el crimen
de no creer en lo que se supone que debemos creer,
la culpa de siempre, con un nuevo disfraz.
Somos herejes, como lo hemos sido siempre.
Somos paganos.